Glaucoma

El nervio óptico es el “cable” a través del que la información visual llega desde el ojo hasta el cerebro, en forma de señales eléctricas o impulsos nerviosos. El glaucoma es una de las principales enfermedades de la vista que puede dañar de forma irreversible las fibras de este nervio y, por tanto, provocar una pérdida de visión que puede ser severa en algunos casos.

Hay varios tipos de glaucoma, que principalmente agrupamos en glaucomas de ángulo abierto (el más común, que se da en el 90% de los casos) o glaucomas de ángulo cerrado, según la apertura del ángulo irido-corneal, lugar donde se elimina el líquido (humor acuoso) de constante recambio.

Tratamiento

El médico revisará tu historia clínica y realizará un examen integral de la vista. El médico puede realizar varias pruebas, incluidas las siguientes:

  • Medir la presión intraocular (tonometría)
  • Analizar el daño del nervio óptico con un examen con el ojo dilatado y pruebas de diagnóstico por imágenes
  • Verificar las zonas de pérdida de la vista (prueba del campo visual)
  • Medir el espesor corneal (paquimetría)
  • Inspeccionar el ángulo de drenaje (gonioscopia)

El glaucoma es una enfermedad silenciosa, el 50% de pacientes no sabe que lo padece, ya que, en la mayoría de los casos, no provoca síntomas evidentes y pasa inadvertido hasta que el daño ya es importante. Esto se debe a que suele progresar de forma lenta y afecta inicialmente a la periferia del campo visual, siendo en fases tardías cuando alcanza el centro de la imagen y produce una pérdida manifiesta. Para evitar llegar a estos estadios severos que dificultan mucho la autonomía en la vida cotidiana, el diagnóstico precoz mediante revisiones oculares periódicas es fundamental.

El riesgo de glaucoma aumenta si tienes alguno de los siguientes factores:

  • Presión ocular elevada
  • Más de 40 o, sobre todo, 60 años
  • Familiares con glaucoma
  • Alta miopía o hipermetropía
  • Enfermedades oculares como uveítis o retinopatía diabética
  • Traumatismos oculares
  • Tratamiento prolongado con corticoides

La hipertensión ocular, único factor modificable y que podemos controlar mediante tratamiento, es el principal desencadenante del glaucoma. Cuando el humor acuoso (líquido que baña las estructuras oculares) no drena correctamente y se acumula dentro del ojo, ejerce una presión excesiva sobre el nervio óptico y acaba dañándolo.

La única solución para las cataratas es quirúrgica, una intervención muy segura y con resultados excelentes que permite una rápida recuperación de la visión. De hecho, tras la cirugía muchas personas comentan cómo vuelven a ver “en alta definición” y pronto notan como tienen menos caídas, conducen con mayor seguridad etc.

Es importante consultar con el especialista para determinar el momento más adecuado para operar las cataratas en cada caso (no hace falta esperar a que la limitación visual sea muy importante) y realizar un estudio previo completo. No todas las cataratas son iguales y algunos pacientes, como los diabéticos o los que se han realizado ciertas cirugías oculares previas, pueden tener un mayor riesgo de complicaciones si no se lleva a cabo un buen diagnóstico y una indicación quirúrgica precisa.

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